sábado, 24 de marzo de 2007

Balas Malditas


Leonardo Coca
El autor es periodista y educador
“Fallece niña con bala en la cabeza”.

Ese será el único titular de la edición de LA PRENSA del 10 de marzo del 2007 que recordaré el resto de mi vida.

Confieso que la muerte de Adela me impactó tanto que no pude contener las lágrimas, sobre todo porque tengo una hija seis meses menor que ella. Mientras lloraba en silencio, sosteniendo el periódico con mis manos, vinieron a mi mente miles de ideas-recuerdos.

La memoria retornó hasta mi infancia en el León insurrecto de 1978: ¡Somoza sale sólo a balazos! Me trasladó a mediados de 1985 y me ubicó frente a la Catedral de León. Cadáveres de jóvenes que murieron en el frente de guerra: ¿Guerra necesaria? En aquella época sobró gente que justificara el uso de las armas de fuego.

En tiempos de paz también existen quienes justifican el uso de las armas. No olvidemos que hace varios años un ex diputado disparó —sin justificación alguna— contra los capitalinos que celebraban la victoria del Bóer en la rotonda Rubén Darío.

Siendo honesto conmigo mismo y con quienes me conocen, debo confesar que en una ocasión, estando en servicio periodístico, justifiqué el uso de mi pistola una mañana de octubre de 1995, cuando rescaté a balazos al fotógrafo Carlos Durán (autor de la famosa fotografía de Eugene Hassenfus), quien era perseguido por un pandillero que estaba dispuesto a destazarlo a machetazos en una calle de un barrio marginal de Managua: ¡Riesgo profesional! Los disparos: ¡garantía de vida!

Hace unos días, aduciendo razones de seguridad en el hogar, le sugerí a mi esposa la posibilidad de adquirir una pistola. Se negó rotundamente porque en casa hay un adolescente y una bebé: ¡es muy peligroso! ¡Puede traernos una tragedia! ¡Mejor nos encomendamos a Dios! Accedí contra mi voluntad. Pero esa espinita salió de mi mente hasta después de leer el periódico del 10 de marzo. ¡No quiero armas de fuego en mi casa!

Esa decisión la reafirmé porque Dios me envió una señal el domingo después de asistir a misa: buscando información en internet accidentalmente ingresé al sitio bradycenter.org donde encontré un afiche en el cual se lee: un arma de fuego en el hogar es un riesgo para su familia.

Ojalá que los vecinos de la familia de Adela reflexionen y asuman la responsabilidad ciudadana de denunciar ante las autoridades policiales al autor del disparo que desbarató los planes de vida de una familia entera.

¿Qué haría usted si supiera que su vecino alcohólico con traumas de postguerra es adicto al gatillo y cada vez que se emborracha dispara al aire? La vida de sus familiares está en riesgo. Actúe hoy. Prevenga más tragedias.

Si usted tiene armas de fuego reflexione y respóndase estas preguntas: ¿son necesarias las armas de fuego que tengo? ¿Estoy seguro de usarla adecuadamente en el momento requerido o seré víctima de ella misma? ¿No basta con la protección de Dios? Yo creo que sí, con Él basta.
No necesitamos más armas ni balas malditas, necesitamos más fe en Dios y en nosotros mismos.

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